El maní con piel es una variante del maní tradicional en la que se conserva la fina capa rojiza que recubre cada grano. Esta piel, aunque delgada, aporta una textura ligeramente diferente y un sabor más intenso y terroso en comparación con los maníes pelados. Además de su distintivo sabor, la piel del maní contiene nutrientes adicionales y antioxidantes. Este tipo de maní se consume tanto como snack por sí solo, como en recetas que buscan un sabor más robusto y una textura crujiente adicional.